En la década de los cincuenta siglo vigésimo, en mi barrió se
establecieron, en un pequeño local, dos ebanistas Pepe y Paco dedicándose a la
fabricación y reparación de muebles sencillos, tan sencillos como éramos los
habitantes del Barrio San Pascual. El negocio fue poco a poco prosperando de
tal manera que aumentaron la plantilla contratando como aprendiz a Pedrito.
Resultó que Pepe tomó la costumbre que un día a la semana,
los jueves a media mañana, se escaqueaba durante una hora con cualquier
pretexto, lo que empezó a mosquear a Paco. Aquel jueves cuando Pepe se largó
Paco le dijo a Pedrito que en la semana siguiente estuviera preparado para
seguir al Sr. Pepe sin que éste lo notara y así se enterarían donde y el porqué del habitual absentismo de Pepe.
Así se hizo en la siguiente semana. El aprendiz le dio a
Paco el siguiente informe verbal:
-El Sr. Pepe se fue hasta su casa llamó a la puerta y le
abrió su mujer recibiéndole con un muy cariñoso beso, entraron a casa muy
agarraditos. Yo esperé en la acera de enfrente escondido tras el grueso árbol,
hasta que el Sr. Pepe salió muy contento, su mujer la despidió también con una
cara de satisfacción que asombraba.
Paco sonriendo comentó. – Me alegro por Pepe y su mujer pues
esto desmiente los rumores que corrían por el barrio sobre los grandes
problemas de la pareja.
Entonces Pedrito dijo: -Perdone Sr. Paco ¿puedo tutearle por
una sola vez?- Paco hizo un gesto afirmativo entonces Pedrito continuó – El Sr.
Pepe fue a tu casa, le recibió tu mujer con un cariñoso beso… Paco ya no le
dejó seguir.
--oo0oo—
En aquella época el tratamiento de Usted era el habitual entre
personas que no se conocían o entre personas de distinto rango o edad incluso
dentro de la familia. Las generaciones anteriores a la mía los hijos empleaban
el Usted al dirigirse a sus padres.
Los médicos tuteaban a sus pacientes pero éstos se dirigían
a médico con el tratamiento de Don. Afortunadamente ya no es así.
Recuerdo una vez, ya en los años setenta, que una conocida
periodista de la cadena SER, entonces casi becaria, haciendo un reportaje en la
Ciudad Sanitaria de la Paz entrevistaba al mismo tiempo a un médico y a un
paciente, al primero empleando el Usted y al paciente tuteándole. Por la voz de
ambos se adivinaba que no tenían edades muy diferentes. Yo lo vi mal y se me
ocurrió escribirle una carta a la periodista recriminándole la diferencia de
trato. No me contestó.
Por esa época tuve un importante ascenso en el trabajo, cambiaba
de puesto y categoría. Mi jefe me lo comunicó un viernes con más o menos la
siguiente frase: -A partir del próximo lunes pasas a llevar el departamento de
tal, desde entonces podrás tutearme. Me sentó a cuerno y le dije. –Prefiero mantener
las distancias, si yo le tuteo, por favor, Usted debe tratarme a mí de Usted, (bueno
pasó como en el anuncio, no lo dije pero lo di a entender y él se dio cuenta)
Mi compañero Gómez,
siendo muy joven, le dijo al director
del departamento:- Llámeme de tu. Tras un largo e incómodo silencio el director
le dijo:- No, yo le seguiré tratando de Usted, pues si le tuteo Usted podrá
hacer lo mismo conmigo.
Cuando estuve trabajando dos meses en BOSCH Alemania, entre
otras cosas aprendiendo alemán, con los colegas de la fábrica nos tratábamos de
tu si hablábamos en español y de usted si lo hacíamos en alemán. Hay que decir
que en alemán es más fácil hablar con el “usted” pues el presente de indicativo
coincide con el infinitivo.
Para terminar diré que estoy chapado a la antigua y suelo emplear
habitualmente el tratamiento de Usted, quizás por influencia del “viejo profesor” Tierno Galván quien
trataba de Usted a todo el mundo, según él no solamente por respeto sino porque
veía que el empleo exclusivo del “tu” llevaba a un empobrecimiento del idioma.
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