29 abr 2009

LOS PROFESIONALES, 2. ANTONIO ZAPATERO DE LA CRUZ

El Sr. Zapatero era el de mayor edad del grupo. El único al que todos tratábamos de Usted. Casi siempre le llamábamos Abuelo, algo que el reprobaba con la boca pequeña ya que en el fondo el mote le gustaba.

Podemos decir que era el “hombre tranquilo” cualidad indispensable para poder realizar impecablemente sus labores de reparación, modificación, adaptación y con mucha frecuencia fabricación de aparatos de medidas eléctricas.
Yo quedaba maravillado observando la concentración con la que trabajaba, ¡ni la del cirujano inclinado sobre la mesa de operaciones!
El monóculo en su ojo derecho, el flexo de su mesa encendido, las pinzas en una mano, cualquiera de las mini-herramientas en la otra y el paciente, “un voltímetro destripado” esperando su actuación.
No se podía decir que el Sr. Zapatero fuera tan sólo un obrero o un técnico, si dijera que además era un artista se me tildaría de exagerado, por eso y nada más que por eso diré que además era un buen artesano.
La mayoría de las funciones que realizaba, las hacía de una forma completamente personal, con métodos de su invención. Como ejemplo citaré que fabricaba las agujas de los aparatos analógicos, entonces no se estilaban todavía los digitales, partiendo del vidrio del interior de las bombillas, ese vidrio donde van sujetos los filamentos.

Las agujas deben ser ligeras de peso, rectas y finas. Pues bien Zapatero cogía el trozo de vidrio por sus extremos con dos pinzas, y calentaba la parte central con la llama de un mechero de alcohol, cuando el vidrio adquiría por la parte que lamía la llama la tonalidad rojiza y su estado empezaba su paso de sólido a líquido, estiraba rápidamente de los dos extremos sujetos por las pinzas quedando la parte central completamente recta de un diámetro de unas décimas de milímetro y con una longitud suficiente como para obtener dos o tres agujas

Zapatero antes de dedicarse a estos menesteres había sido, y seguía siendo, relojero. Se ha de tener en cuenta que Zapatero era el padre de unos siete u ocho hijos, por lo que la reparación de “pelucos” en casa no era una simple afición.

Hace algún tiempo edité la Parida El Panocha, fue un adelanto, pues debería haberse titulado LOS PROFESIONALES 3 JESÚS ARROYO.
Por entonces Jesús era el especialista en la reparación, tarado y construcción de shuns y aunque en otros aspectos de su vida no brillaba por ser un hombre ordenado, delante de los shuns se transformaba en un ejemplo del quehacer metódico.

Creo que Jesús era la persona que más admiraba a Zapatero, pero en cierta ocasión tuvieron el incidente que paso a relatar.

Jesús se presentó con un reloj de pulsera y le dijo a Zapatero:
-Zapa, este cacharro se niega a andar, no sé si tendrá la cuerda saltada o algo así, ¿Se lo puede usted llevar para reparar?
Zapatero tomó el reloj, lo miró, lo puso entre las mordazas del tornillo de ajustador preguntando:

-¿Quieres que lo transforme en extraplano? No tengo nada mas que darle un apretoncito con el tornillo.
Aunque yo no había visto ninguno cerca de mí, por entonces alguna marca de prestigio había lanzado los relojes planos en contraposición a los armatostes gordotes como el de Jesús, pero esto no fue motivo suficiente como para que éste aceptara la oferta y contestó.
-¡No hay cojones, para estropearme el reloj!
Zapatero, padre de ocho hijos no pudo reprimirse y dejar sin respuesta al reto, dio media vuelta al tornillo, y las piezas saltaron del reloj por todas partes, y en verdad que pasó a ser el primer extraplano que vieron mis ojos

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