18 ene 2009

EL ARTE ABSTRACTO Y YO



Esta mañana estuvimos en Caixa Forum. Disfrutamos con la visita guiada de la exposición "La Escuela Yi, Treinta años de arte abstracto chino."

A quien esté en Madrid recomiendo la visita.
Tras la revolución cultural, el arte en China se empezó a librar del encorsetamiento al que el régimen le tenía sometido durante casi tres cuartas partes del pasado siglo, y una muestra de esta liberación es esta exposición.
Si el simpático guía, a quien seguimos durante toda la visita, se hubiera limitado a estas palabras y otras que señalaban la influencia que sobre alguna de las obras ha tenido la complicada y estética escritura china hubiera sido suficiente.

Aunque me considero un inexperto en arte abstracto, no por ello creo que deba dejar de opinar que tratar de explicar el significado de un cuadro, y menos si es abstracto, no deja de ser pura elucubración. Decir que con estos trazos el artista está expresando su estado de ánimo, no deja de ser nada más que un comentario aventurado.

Hace muchos años en tiempos de la Escuela de Femsa, tuvimos en clase una discusión sobre este mismo asunto. Me quedé con una frase del amigo Juan D. Sastre, que más o menos decía: “Un cuadro abstracto no tiene que ser entendido, no busquéis significado en él, simplemente contempladlo y tras lo cual meditad si os impresiona o no, incluso la impresión no tiene por qué ser agradable, el artista se conformará con eso, el haberos impresionado”.

Confieso que varias de las obras expuestas me han impresionado, pero en mi interior me reí cada vez que el guía decía frases como “observen como en estas obras se repite la figura del círculo y la del cuadrado, el círculo representa al universo, el cuadrado a la tierra…..”
El guía vestía un polo color naranja en el que estaba grabado el anagrama de la Caixa. Esto me llevó a recordar otro de mis encuentros con el arte abstracto, una conversación respecto del mencionado anagrama.
O mucho me equivoco o sería al final de la década de los 60 o prncipio de la de los 70 cuando por encargo de la Entidad el genial pintor Joan Miró creó el anagrama.
En una reunión de las que teníamos periódicamente en la Fábrica de San Juan Despi, dirigida por el director de la fábrica, Joan Forner, y en la que participábamos representantes de Ingeniería, y Desarrollos, por algún motivo que no pasó al almacén de mi memoria, pero que seguro que estaría relacionado con la economía, salió a relucir el anagrama. Forner criticaba al anagrama: "Se han gastado una millonada en la estrella y los dos huevos fritos, y nadie lo comprende y no durará mucho, pronto se tendrán que volver a gastar otra millonada para sustituirlo".
Parece que mi buen amigo y admirado Foerner, entre sus cualidades no tenía la de profeta.

Creo que el arte abstracto se da en la pintura, en la escultura, arquitectura, he oído alguna vez que la música es una abstracción, pero solamente en una ocasión me tropecé con la literatura abstracta:

Mi hermano Eduardo y yo esperábamos turno en la peluquería de mi barrio, yo leía un artículo, de La Codorniz, (siento no haber apuntado el nombre del autor), que decía.
-Estoy escribiendo lo que podríamos llamar la primera obra perteneciente a un nuevo género literario de mi invención “La literatura Abstracta”, ya voy por la página 378, y todavía no he escrito nada coherente. Para que vayan ustedes haciendo boca y compren el libro cuando lo publiquen voy a transcribir el inicio de lo que podríamos llamar el prólogo:
La persistencia rígida de los allegados se desvinculó de sus arcaísmos neófitos disgregándose en un barreño transparente donde, aunque muerta, todavía suscita, no siendo difícil mojar en ella nostalgias pajizas, si no que lo difícil, dicho sea de paso sin ánimo de molestar a nadie, es coincidir en la marisma fría de un punto cardinal…

Me pareció una vacilada tan graciosa que lo copié en una tarjeta de visita con una letra minúscula, justo a tiempo de sentarme en el sillón de Fígaro, detrás de mi pasó mi hermano a dicha silla, y le dije – Me voy para casa, allí te espero

Ya en casa me dispuse a copiar la literatura abstracta en una cuartilla adecuada. Siempre he tenido una letra canalla y en esta ocasión agravada por el tamaño, lo que hizo que empezara a lamentar el no haber tenido a mano un pequeño bloc de notas, cuando llegó mi hermano quien al verme tan cariacontecido sonriendo se sacó la mano del bolsillo del pantalón en la que apareció la hoja arrugada arrancada de la Codorniz..

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