10 abr 2008

El vuelo de Supermán

Desde mis tiempos como lector habitual de tebeos (sigo leyendo tebeos, pero ya no habitualmente) siempre me fascinó el vuelo de Supermán. Más tarde, viendo sus películas, me siguió atormentando la búsqueda del fenómeno físico.

Los personajes de los tebeos japoneses, y por supuesto los de la serie "Bola de Drac", prácticamente, gozan del mismo poder de Supermán en cuanto a saltos y vuelos.

He leído mucha Ciencia Ficción (CF), sobre todo a Isaaz Assimov. De este último me gustaba sobremanera las introducciones que hacía de sus cuentos, de estas últimas saqué la máxima de que no era CF, aquellos relatos en los que aparecieran hechos o fenómenos no explicables científicamente, es decir que carecieran de una mínima base científica. Lo contrario deja de ser CF y se convierte en Literatura Fantástica.

Un ejemplo:

La película Un Viaje Alucinante, 1966, partió de un guión de Harry Kleiner,

SINOPSIS: El profesor Bennet, un científico que está en posesión de una fórmula para mantener reducido el cuerpo humano a tamaño microscópico por tiempo ilimitado, se dispone a hacer entrega de su fórmula al Pentágono cuando unos espías provocan un accidente de circulación. El profesor, con un hematoma en el cerebro, se encuentra incapacitado para su labor científica. Las Fuerzas Disuasivas de Miniaturas Combinadas ponen en marcha un plan para operar desde el interior. (FILMAFFINITY)

Se llevó dos Oscars, y tuvo gran éxito, tanto fue así que a los productores se les ocurrió, hacer una novela con el mismo argumento, (Al revés de las actuaciones habituales en las que primero es la novela y después la película). Bueno, la novela se la encargaron a Assimov, pero éste dijo que tal y como estaba el guión no éra una película de CF, argumentaba que los cuerpos reducidos, el submarino, los médicos, los tripulantes....., no sólo se reducen en volumen, también lo hacen en masa, por supuesto si no fuera así, en el torrente sanguíneo del profesor Bennet, se habría introducido una masa superior a la tonelada.

Admitiendo la reducción de masa, y por las leyes de la mecánica relativista sabemos que cada gramo de masa desaparecida se convierte en una energía de 30 millones de Kwh. aproximadamente.

Assimov tuvo que dedicar un gran esfuerzo para convencernos, en uno de los primeros capítulos de su novela, que la energía se marchaba a otro universo paralelo, y que volvía a nuestro universo, otra vez como masa, cuando los cuerpos volvían a su tamaño original.

Según todo esto, Supermán y el resto de personajes con la facultad de volar sin alas, pertenecen a la fantasía y no a la CF.

Hace como un año, recordaba yo una de las muchas conversaciones que tuve la suerte de mantener con Salvador Lanzas, los femsistas que lean esto saben quien fue, y por supuesto merece tener un artículo con la misma intensidad de admiración del que escribí para Alfredo Cerrolaza. Se lo debo.

Como decía, recordaba una conversación con Salvador, más bien una de sus magistrales charlas que trató sobre los campos eléctricos, magnéticos y gravitatorios. Me quedé con una idea alucinante. Para los campos no existe aislamiento alguno. Si se descubriera un aislante para el campo gravitatorio la revolución en actividades como el transporte sería inconmensurable...

Pues bien, aunque no haya forma de sacar a Supermán de la Literatura Fantástica, por lo menos habrá que justificar de alguna forma su vuelo. He aquí mi intento:

Los seres inteligentes del planeta Kripton (origen de Supermán) habían desarrollado y adoptado genéticamente las facultades de:

En primer lugar conseguir que total o parcialmente su piel se hiciera aislante de las ondas gravitatorias a voluntad. Es decir puede convertirse en un ser sin peso.

En segundo que la punta de los dedos de su mano derecha puede concentrar y dirigir las fuerzas gravitatorias de su entorno, es decir dicha mano es una antena gravitatoria que le hará "caer" en la dirección marcada por sus dedos y con la velocidad desada.

Observad el vuelo de Supermán, girad la página del tebeo de modo que cada viñeta muestre a Supermán con la mano extendida hacia abajo, la figura corresponde, casi perfectamente a la caída libre.

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