28 nov 2007

Quirino


Quirino San Frutos, un hombre entrañable.

Durante su infancia sufrió una enfermedad que le dejó como secuela la pérdida del sentido del olfato, quizás como compensación fue dotado de un gran sentido del humor que se manifestaba por esa chispa de ironía que escasea entre la gente.

Me contó que antes de trabajar como mozo en Desarrollos, había sido operario en Fundición. Accidentalmente un día salió ardiendo por la espalda el mono de trabajo que llevaba puesto. Al carecer de olfato no se dio cuenta del peligroso momento que atravesaba hasta que sintió en su carne la mordedura del fuego. Con buen criterio la Dirección decidió cambiarle de puesto y así es como cayó en DEP en donde se encargaba de tareas de limpieza o de realizar recados como transporte de pequeños materiales etc.


Con nosotros, Acumuladores, solía pasar algunos ratos a la hora del bocadillo, contando chascarrillos y jamás molestándose cuando decíamos aquello de ¿Donde está Quirino? -contestando inmediatamente - Debajo de la boina


Fue en el año 1966 (más o menos), no corrían buenos aires, llevábamos algún tiempo con los salarios prácticamente congelados. Entonces se pasó un escrito recogiendo firmas pidiendo a Don Emilio que revisara nuestros sueldos ya que nos estábamos quedando por debajo de los de nuestro entorno. Yo lo firmé y lo llevé para que lo firmaran los de mi entorno, por cierto que con algunas dudas, pues aunque el fondo me parecía justo, la redacción dejaba mucho que desear, en mi opinión era muy servil, casi rastrera.

Al ser la primera vez que la plantilla sacaba los pies del tiesto, el asunto le sentó a la Dirección muy mal. Que yo recuerde tomaron dos medidas:

La primera medida pretendía ser informativa en cuanto a la contestación del escrito. Se colocó una vitrina en el Comedor, con una serie de alimentos que la mujer de Don Emilio había comprado, (decían), en el mercado a un precio tal que hasta para el salario mínimo de la Empresa era una ganga. No he borrado de mi memoria el aspecto que tenía un trozo de carne de falda de vaca de color negruzco que se encontraba en la vitrina. Por supuesto la muestra produjo el efecto contrario al que se quería obtener. Alguien dijo que hubiera tenido más éxito si aquella bazofia se la hubiera comido en público quien la compró y su familia.

La segunda medida fue represiva. A todos los veteranos de entonces, que hubieron firmado la petición, se les entrevistó en Personal, y durante un tiempo se les retiró una prima voluntaria de la que gozaban por ser veteranos.


Por esta medida represiva, se agigantó mi admiración y respeto por el buen Quirino. Resultó que durante la entrevista que sostuvo con el jefe de personal, ¿Santamaría?, se le preguntó - ¿Cuanto cree que sería justo, que debería ganar usted mensualmente?.- Quirino no solía contestar directamente, en esta ocasión dijo - Exactamente yo no se cuanto debería ganar, pero pienso que el salario máximo en España no debería ser nunca mayor de cuatro veces el mínimo - No se el orden de los salarios de aquella época, pero supongamos que Quirino ganaba entonces 4.000pts al mes, Santamaría le dijo con sorna - Si usted gana 4.000pts al mes ¿entonces cree usted que Don Emilio debería ganar tan sólo 16.000pts?- Quirino no se cortó un pelo y contestó. - No señor, Don Emilio debería ganar mucho menos, él no es primer ministro

7 nov 2007

La Brigada de Empuje


La Brigada de Empuje era también conocida por Los Chinchones debido a que al jefe, del que nunca supe su nombre, le llamábamos Chinchón en honor a su lugar de nacimiento.

Aunque, posiblemente, individualmente ninguno de ellos fuera el de mayor fuerza física de la Fábrica, estoy seguro de que no se podría formar entre los indivíduos de la Compañía, otro grupo de cuatro hombres que les superaran en fuerza.

En los Juegos Deportivos Sociales, particular miniolimpiada de Fábrica Madrid, que todos los años celebrabámos antes de las vacaciones de verano, en la modalidad de tirar de la cuerda fueron insuperables. Todos los años se llevaron la medalla de oro. Recuerdo la ocasión en la que eliminaron a Aeronáutica, el equipo que les dio más guerra. El puntal de los aeronáuticos era Francisco Domínguez, más conocido por Paco el Largo, quien se ató a la cuerda para evitar soltarse y resistió los embites de los Chinchones mientras que sus compañeros agotados iban abandonando la cuerda, al final fue arrastrado, lo que no supuso humillación, ya que todos nosotros le felicitamos sinceramente.

Bueno me estoy yendo por las ramas, tengo que escribir sobre los Chinchones, a Paco ya le llegara su turno, pues con él sólo se podría llenar un libro.

La característica que destaco de Los Chinchones es la de constituir un verdadero equipo,nunca les veías deambular por separado, siempre en grupo, tanto desarrollando su labor como en los momentos de descanso en la fábrica o fuera de ella. Su aptitud en el movimiento de máquinas, muebles y demás enseres era incuestionable, no ya por lo bién que utilizaban su fuerza física sino tambíen por su evaluación de las posibilidades de ocupación de espacios. Viéndoles bajar una escalera transportando un banco de pruebas de baterías, podías negar el principio ese que dice que dos cuerpos no pueden estar al mismo tiempo en un punto del espacio. Las puertas se ampliaban milagrosamente cuando tenían que pasar por ellas una determinada máquina. Y en el manejo de la carretilla (El Fengüich), para Basilio no existían secretos. Sus funciónes no se limitaban al ámbito de Fábrica Madrid, iban a cualquiera de los centros de la compañía donde solicitaran sus servicios.



Fuera de su profesión, el grupo entero se aficionó a la búsqueda y posterior degustación de setas. Para este menester hacían periódicas salidas a la Sierra Madrileña pero tambien, como conocián cada rincón de la fábrica, de las zonas ajardinadas obtenían periódicamente unas cuantas setas de diferente especie según la época. En cualquier caso ante dudas sobre si tal ejemplar era o no comestible, consultaban con algún experto micólogo de los que había varios entre los compañeros de fábrica.


Uno de estos expertos fue, y sigue siendolo, mi hermano Eduardo. Cuando los Chinchones traían algún ejemplar, no sólo les comentaba sobre sus condiciones culinarias, sino que ampliaba la información con los datos que caracterizaban a esa especie y como distinguirla de otra que se le parecía pero que pudiera tener su ingestión fatales consecuencias. Así pues los Los Chinchones ampliaron la gama del producto a recolectar.

En esta gama entró la Rúsula relativamente abundante, pero con la particularidad de que la mayoría de los ejemplares tienen un sabor muy picante. Los que cogen esta seta suelen, antes de echarla a la cesta, pellizcarla para saborearla en crudo y rechazarla en el caso de ser de las picantes.


Una tarde, después de la jornada laboral, estaban los Cinchones degustando una cazuela de setas, de su cosecha, en el bar Los Cinco Hermanos. Se trataba de Rúsulas. llegó Eduardo y le ofrecieron que tomara una pinchada, como es de suponer eran picantes. Mi hermano las calificó de incomibles, pero claro Los Chinchones seguían comiendo pues ninguno de ellos era hombre que se echara atrás.